En lo alto del día eres aquel que vuelve
a borrar de la arena la oquedad de su paso
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas
el perpetuo exiliado que en el desierto
mira crecer hondas ciudades que en el sol retroceden
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
el que escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías se están cumpliendo
atónito y sin embargo cierto de haber negado todo
el que abre la mano y recibe la noche.
José Emilio Pacheco
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