- Quiero saber dónde debo ir. No quiero estar sin poder crecer. Aprendiendo las lecciones para ser. -

07 agosto, 2013

En la aritmética del amor 
se fueron sumando obviedades,
restando imposturas,
multiplicando soledades,
y dividiendo promesas
que no fueron cumplidas.
¿Por qué no me salen las cuentas, amor?
Acaso no eras inalterable y eterno.

Miguel E. García Salguero

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

Cuidate del dolor y los amores.
Vienen juntos y no hay quien los separe.
Se arrastran por la vida y acuchillan
las noches y las almas. Nunca hay vino
capaz de diluirlos en olvido.

Cuidate de los amantes que pretenden
tenerte para siempre entre sus brazos.
Limpia tu corazón cada mañana
de los besos eternos de un instante.

No hay palabra peor que para siempre.


Por Idea Vilariño
El mar no es más que un pozo de agua oscura,
los astros sólo son barro que brilla,
el amor, sueño, glándulas, locura,
la noche no es azul, es amarilla.

Los astros sólo son barro que brilla,
el mar no es más que un pozo de agua amarga,
la noche no es azul, es amarilla,
la noche no es profunda, es fría y larga.

El mar no es más que un pozo de agua amarga,
a pesar de los versos de los hombres,
el mar no es más que un pozo de agua oscura.

La noche no es profunda, es fría y larga;
a pesar de los versos de los hombres,
el amor, sueño, glándulas, locura.

Qué difícil intentar salir ilesos de esta magia en la que nos hayamos presos.
Joaquín Sabina

No estoy.
No la conozco.
No quiero conocerla.
Me repugna lo hueco,
La afición al misterio,
El culto a la ceniza,
A cuanto se disgrega.
Jamás he mantenido contacto con lo inerte.
Si de algo he renegado es de la indiferencia.
No aspiro a transmutarme,
Ni me tienta el reposo.
Todavía me intrigan el absurdo, la gracia.
No estoy para lo inmóvil,
Para lo inhabitado.
Cuando venga a buscarme,
Díganle:
"se ha mudado"


La lenta máquina del desamor,
los engranajes del reflujo,
los cuerpos que abandonan las almohadas,
las sábanas, los besos,
y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo,
ya no mirándose entre ellos,
ya no desnudos para el otro,

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