- Quiero saber dónde debo ir. No quiero estar sin poder crecer. Aprendiendo las lecciones para ser. -
04 marzo, 2012
No hay nada quijotesco ni romántico en querer cambiar el mundo. Es posible. Es el oficio al que la humanidad se ha dedicado desde siempre. No concibo mejor vida que una dedicada a la efervescencia, a las ilusiones, a la terquedad que niega la inevitabilidad del caos y la desesperanza. Nuestro mundo, lleno de potencialidades, es y será el producto del esfuerzo que nosotros, sus habitantes, le entreguemos. Igual que la vida surgió de acomodos y reacomodos, la organización social que nos lleve a la plena realización de nuestro potencial como especie, surgirá de flujos y reflujos en las luchas y esfuerzos que hacemos, como conjunto, en las diversas regiones del planeta. El futuro es una construcción que se realiza en el presente, y por eso concibo la responsabilidad con el presente como la única responsabilidad seria con el futuro. Lo importante, me doy cuenta ahora, no es que uno mismo vea todos sus sueños cumplidos; sino seguir, empecinados, soñándolos. Tendremos nietos y ellos tendrán hijos a su vez. El mundo continuará y su rumbo no nos será ajeno. Lo estamos decidiendo nosotros cada día, nos demos cuenta o no. Mis muertos, mis muertes, no fueron en vano. Ésta es una carrera de relevos en un camino abierto.
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