Marchal Mithouard, mejor conocido como "Shaka", es un talentoso artista francés que da origen a pinturas tridimensionales que salen del cuadro… literalmente.
Este artista multidisciplinario de 36 años de edad ha explorado muchos medios a lo largo de su carrera de 15 años, como los son la pintura, los tatuajes, la escultura, el graffiti, la fotografía y la serigrafía. Sin embargo, su trabajo en diferentes estudios y su entrenamiento en las artes finas en la Universidad Sorbonne de París finalmente lo dirigieron permanentemente hacia la pintura. Aún así, la superficie plana de los lienzos que utiliza demostró ser muy limitante para poder expresar el absurdo comportamiento de algunos de sus personajes.
En el 2007, posicionando materiales ligeros directamente sobre el lienzo, Shaka empezó a practicar la pintura tridimensional, técnica que deja espacio para accidentes, espontaneidad y lo inesperado. Sus pinturas son un espacio transicional entre dos universos y los personajes de sus obras atraviesan este espacio para interactuar con el espectador. No obstante, a pesar del grandioso efecto de esta técnica, Shaka no se cierra solo este medio; solo lo utiliza cuando siente que está justificado.
Estas pinturas, que en realidad son mitad escultura, pueden ser percibidas por algunas personas como inquietantes, debido a las explosiones de color que adornan figuras y abarcan temas como la violencia, la mentalidad de multitud, el fetichismo, el fanatismo y la idolatría. Son escenas que nos invitan a cuestionar nuestro propio comportamiento.
Este artista multidisciplinario de 36 años de edad ha explorado muchos medios a lo largo de su carrera de 15 años, como los son la pintura, los tatuajes, la escultura, el graffiti, la fotografía y la serigrafía. Sin embargo, su trabajo en diferentes estudios y su entrenamiento en las artes finas en la Universidad Sorbonne de París finalmente lo dirigieron permanentemente hacia la pintura. Aún así, la superficie plana de los lienzos que utiliza demostró ser muy limitante para poder expresar el absurdo comportamiento de algunos de sus personajes.
En el 2007, posicionando materiales ligeros directamente sobre el lienzo, Shaka empezó a practicar la pintura tridimensional, técnica que deja espacio para accidentes, espontaneidad y lo inesperado. Sus pinturas son un espacio transicional entre dos universos y los personajes de sus obras atraviesan este espacio para interactuar con el espectador. No obstante, a pesar del grandioso efecto de esta técnica, Shaka no se cierra solo este medio; solo lo utiliza cuando siente que está justificado.
Estas pinturas, que en realidad son mitad escultura, pueden ser percibidas por algunas personas como inquietantes, debido a las explosiones de color que adornan figuras y abarcan temas como la violencia, la mentalidad de multitud, el fetichismo, el fanatismo y la idolatría. Son escenas que nos invitan a cuestionar nuestro propio comportamiento.
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