Pero la belleza, la verdadera belleza, acaba donde empieza la expresión intelectual. La intelectualidad es en sí misma un modo de exageración y destruye la armonía de cualquier faz. Desde el momento en que se sienta uno para pensar, se vuelve uno todo nariz o todo frente, o algo así de horrible.
[...]
EL es una bella criatura sin sesos, que podría siempre sustitur aquí, en invierno, a las flores ausentes y refrescarnos siempre la inteligencia en verano.
Oscar Wilde
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