Intrigar, maquinar, tener miedo,
temer que no aprecien mi talento,
ser adulador, distribuir mil cumplidos?
No, gracias. Y otra vez no, gracias.
En cambio, ¿cantar, reir, caminar a mi modo,
soñar, libre para ver las cosas como son,
una voz que es virilidad,
poder ir donde desee,
una palabra, un sí, un no,
componer o luchar?
Más nunca escribir una línea
sin haberla escuchado en mi corazón.
Recorrer cualquier camino
bajo el sol, bajo las estrellas,
sin pensar que hay una fortuna al llegar al final.
Y con tanta modestia,
decir a mi alma que le bastan las flores,
la hierba, con espinas tal vez,
que crezcan en un jardín que puedas llamar tuyo.
Soy demasiado orgulloso para ser un parásito
y si mi inteligencia crece hacia el cielo
como un pino de montaña,
quizá no sea muy alto, pero estoy solo.
Veo como otras gentes hacen amigos,
en todas partes, como un perro hace amigos.
Y cuando contemplo tanta cortesía canina me digo:
"Aquí viene, gracias al cielo, otro enemigo".
.
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